sábado, 31 de marzo de 2012

LA BATEA

Los instrumentos que tradicionalmente conforman la batería de murga son tres: el bombo, los platillos y el redoblante.

El Bombo

Hoy se utilizan bombos de unas veinte pulgadas de diámetro. El bombo va colgado a través de una correa, quedando el único parche (de material sintético) hacia arriba. La afinación se logra a través de tensores de metal. Para tocarlo se usa un mazo o maceta y la mano libre. Antiguamente se usaban bombos de mayor diámetro y menor altura de caja. Los parches eran de cuero (dos, uno en cada boca del bombo) que se afinaban con tientos o tensores de metal.

El Redoblante

No hay un consenso sobre cuál es el redoblante que mejor se adapta a la murga, podemos encontrar redoblantes de metal como de madera (aunque estos últimos suelen ser los más utilizados). El redoblante puede colgarse de distintas formas: con un cinto, con dos, horizontal, un poco inclinado, más arriba o más abajo, esto dependerá del instrumentista, del “grip” que utilice, y en definitiva de cómo se sienta más cómodo. La batería muchas veces mientras toca, se desplaza, y tocar un instrumento y desplazarse simultáneamente, genera una dificultad, mucho más evidente en el redoblante. En los últimos tiempos hemos presenciado como a la batería se le exige cada vez más que participe del movimiento escénico, con más razón cobra importancia colgarse el redoblante de forma que el instrumentista se sienta cómodo, y no comprometa la parte musical.
El redoblante tiene dos parches: el superior “batidor” y el inferior “bordonero”, en este último es donde participa la bordona (conjunto de hilos de metal que por medio de una palanca se hacen contactar con el parche o separar de él), la bordona le da el sonido característico al redoblante. Como en el caso del bombo, antiguamente los parches del redoblante eran de cuero.

Los Platillos

Los platillos que se utilizan actualmente suelen ser los “Charleston” o “Hi-Hat” de la batería americana. Por el agujero del centro del plato pasa una tela, que le permite al platillero sostenerlo y maniobrarlo. La sonoridad de los platos (y de la batería en general) hoy es mucho más brillante, antiguamente los platos eran más gruesos, por lo tanto su sonido más opaco. La cantidad de timbres que puede obtener un platillero es impresionante. En el libro “Cual retazo de los suelos” Guillermo Lamolle realiza un comentario al respecto: “Los platos se hacen chocar en tantos ángulos distintos que se necesitaría un tratado de trigonometría para contarlo”

Su historia

Quien implantó y popularizó la batería de murga tal como la conocemos hoy fue José Ministeri “Pepino”, director de la murga “Patos Cabreros”, alrededor del año 1918. Antes de eso la murga utilizaba instrumentos “informales” como tapas de olla, peine con hojilla o variantes como el Kazoo y algún viento.  El mismo Pepino cuenta en un reportaje: “Allá por el año 1917, nadie prestaba atención a las murgas. Lo más importante del carnaval eran las grandes comparsas, que a veces llenaban tres cuadras desfilando. A los murguistas, que a veces no llegábamos ni a diez, ni nos miraban. Entonces buscamos la manera de dar mayor espectacularidad a la murga. Primero empezamos a abandonar los instrumentos a viento antiguos y los platillos que eran vulgares tapas de cacerolas que producían un ruido poco agradable, el bombo que era una barrica vieja de yerba y todo por el estilo. Me tocó a mí introducir el redoblante, el bombo de verdad actual y los platillos auténticos, Aquello fue otra cosa. El redoblante y el suspenso de los platillos llamaban de inmediato la atención…”


Sus toques

Los ritmos característicos son la “marcha camión” y el “candombeado”. En ambos, podemos reconocer la influencia del candombe, aunque hoy estos toques ya poseen una identidad propia. Además de estos dos ritmos, la batería ha adaptado prácticamente cualquier ritmo que se precie de tal: plena, merengue, samba, zamba, chacarera, bossa nova, baión, son, rumba, cumbia, rock, jazz, más otros ritmos inventados, a esto debemos sumar la diversidad de maneras de tocar, prácticamente no hay dos instrumentistas que toquen de la misma manera.

Las posibilidades tímbricas y musicales de la batería de murga, son infinitas.

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