sábado, 31 de marzo de 2012

HISTORIA DE MURGA

La murga es la manifestación artística más íntimamente ligada al corazón de los uruguayos. La protesta punzante, la sátira, la jocosidad y la ironía son los pilares en los que se sustenta la murga. Desde su génesis se caracterizó por su crítica sin mordazas, por sus acertadas caricaturas de la sociedad y de los personajes del quehacer político. Incluso en períodos dictatoriales que vivió nuestro país, las murgas se ingeniaron para deslizar entre líneas -desafiando a la censura- su mensaje de fe y de esperanza, interpretando el sentir de nuestra gente. Producto de esa consubstanciación, es la fidelidad de sus adeptos, que memorizan sus estrofas y las entonan "a pleno pulmón" en cuanta ocasión se presenta.

Cada barrio tiene "su murga", la cual ensaya en un club o en las puertas de un bar de la zona. Allí confluyen en las noches veraniegas, las familias enteras, unidos como es tradicional con sus compañeros inseparables: el termo y el mate- que testimonian, de dicha manera, su incondicional apoyo a la agrupación, comprometiéndose a seguirla por su periplo montevideano. 

Las murgas pioneras
La expresión murguera tuvo su cuna en España. La pionera en suelo oriental se conoció en 1908. Su título era "Gaditana que se va" e integraba el repertorio ofrecido por la Compañía de Zarzuelas dirigida por Diego Muñoz, la sala que los cobijó fue el "Parque Hotel" y la respuesta del público era una cerrada ovación cada noche. Tanta gente acudía que en cierta ocasión casi provoca una tragedia, cuando uno de los balcones se derrumbó al no poder soportar tanto peso.

En 1909, un grupo de máscaras sueltas liderado por Ernesto Guerín decidió parodiar a esa murga: la gracia desbordante de esos "locos lindos" despertó la simpatía de los montevideanos e inmediatamente los convirtió en uno de sus favoritos. En el desfile de Carnaval realizado en la zona del Parque Urbano (hoy Rodó) obtuvieron un premio de $ 10.00 (el dólar se cotizaba en el mercado cambiario de aquel entonces a $ 0.97, aunque parezca mentira). Otros premios obtenidos en ese año fueron el de la originalidad en el escenario ubicado en Nueva York y Magallanes, 1 libra por su música en el tablado erigido en Defensa y Carapé, una mención especial por su música en el tablado de Villa Muñoz y un segundo premio al canto en el escenario Libertad, sito en Justicia e Independencia.

De esta forma nació un bastión de nuestras carnestolendas. El ejemplo de "Gaditana que se va" fue seguido por muchos otros que adoptaron títulos plenos de gracia e ingenio como "Don Bochinche y Compañía", "Formale el cuento a la Vieja", "Tirame la punta del naso", "Domadores de suegras", "Salimos por no quedarnos en casa", "Los peludos terribles", "Amantes al salamín", "Escuela de tiburones" o "Asaltantes con Patente", por citar algunos.

Aquellas pioneras estaban conformadas por seis o siete integrantes que se movían frenéticamente, disfrazados y con sus rostros embadurnados, entonaban melodías que causaban furor en dicha época, sustituyendo sus letras originales por otras de tono picaresco, utilizando como acompañamiento instrumentos de viento, fabricados con cartón.

La evolución de la murga
La murga fue evolucionando y fue reconocida como una nueva categoría en 1917.
El número de componentes fue creciendo -hoy ronda la veintena y fueron sustituidos aquellos instrumentos primitivos que demandaban un gran esfuerzo de los artistas- por el bombo, el platillo y el redoblante. Tal innovación fue obra de José Ministeri célebre por su mote de "Pepino"- una figura señera de la historia del Carnaval, un mito eternamente ligado a sus legendarios "Patos Cabreros". "Pepino" también impuso la vestimenta del director (ataviado con un elegante frac, levita y... ¡zapatillas!) bailando alegremente al son de la batería, mientras su batuta trazaba piruetas en el aire.
Otro de los innovadores fue Domingo Espert, bautizado como "El Loco Pamento" junto a "Los Saltimbanquis" adicionó la mímica, el maquillaje artístico y la presentación hablada de las murgas.

"Araca la Cana" también marcó un cambio trascendente para la categoría y para el Carnaval, en general. Hasta su irrupción en el reinado de Momo era habitual que los conjuntos subieran a los tablados y escenarios y realizaran su actuación de frente al jurado y... ¡de espaldas al público! Parece extraño pero, era así. Los integrantes del Jurado se sentaban cómodamente contra el fondo o telón del escenario y luego subía el conjunto para actuar ante ellos, "Araca la Cana" rompió la tradición y decidió cantar "de cara al público" y de "espaldas al jurado", surgiendo a partir de ese instante la leyenda de sus constantes enfrentamientos con los encargados de impartir la justicia.

En los años cincuenta "Curtidores de Hongos" reflotó los instrumentos de viento y los adicionó al bombo, platillo y redoblante, mejorando sensiblemente el espectáculo, aunque su ejemplo no tuvo mayores adeptos y, finalmente, los abandonó.
En 1969, José "Pepe Veneno" Alanís concibe a "La Soberana" quien aporta a la murga la coreografía y un cuidado movimiento escénico, abriendo un nuevo surco, el cual sería transitado por los restantes conjuntos, también se preocupó por lograr una perfecta vocalización que permitiera un correcto entendimiento de los versos entonados por el coro.
En los años ochenta nace una corriente denominada "Canto Popular" que da impulsos renovados a la murga. Al influjo de la moda aparecen títulos de gran arraigo popular como "Reina de la Teja" y "Falta y Resto" y se revitalizan otros como "Araca la Cana" y "Los Diablos Verdes", quienes prolongan sus actuaciones a los doce meses del año, trascendiendo las fronteras del Carnaval. Mientras esto sucedía, otras murgas se identifican con una zona geográfica "La Unión", que más que un barrio es un sentimiento o una concepción de lo que debe ser la murga: "Los Saltimbanquis", "Los Arlequines", "La Milonga Nacional", "La Nueva Milonga", "Don Timoteo", son algunos de los nombres que obedecen a esa filosofía.

En los últimos años dos murgas han dejado su impronta. La ya citada "Falta y Resto", con su sorprendente y fascinante despliegue escénico y una nueva propuesta con libretos muy inspirados, desbordantes de originalidad. El otro nombre, "Antimurga B C G", con una concepción diferente de lo que debe ser el espectáculo murguero, apostando a la "locura generalizada", a la participación del público y a la diversión sin pausa, bajando del escenario, retomando los instrumentos de viento, rencontrándose con el espíritu de las murgas pioneras y desatando polémicas, aunque su ejemplo ya ha encontrado infinidad de adeptos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario