sábado, 31 de marzo de 2012

LOS CARNAVALEROS DE ANTAÑO, ESOS INGOBERNABLES

No había quien pusiese en vereda a los montevideanos de 1830 cuando sonaba la hora de soltar todas las ataduras para celebrar el Carnaval que había llegado. No hay duda de que se divertían de lo lindo, pero al parecer de una manera un tanto desaforada, que hacía que se pasasen al patio con demasiada facilidad.

Así, no necesitaban nada para entrar a arrojarse huevazos sin ningún miramiento y a propinarse baldazos con agua (y otros líquidos no muy afines) que dejaban a la gente empapada de pies a cabeza.
Y se ve que los excesos eran incontrolables, porque cuando se aproximaba la fecha del Carnaval, los diarios más serios comenzaban a dirigir sermones ceñudos por anticipado a una población demasiado fervorosa y participativa, por lo que se ve.
Así, el muy respetable "El Universal" predicaba sensatez en estos términos: "Las diversiones públicas, cuanto más sencillas e inocentes, tanto más se conforman con los principios de la decencia y la buena educación. Pero la costumbre de jugar con agua y huevos en los días de Carnaval, además de ser torpe y escandalosa, es perjudicial a la salud, y propensa a fomentar las pendencias y desgracias". Muy cierto.
Por si no hubiera prendido esta mesurada exhortación inicial a la cordura carnavalera, el mismo diario, ya sobre la fecha de inauguración de la fiesta, vuelve a dirigirse a los pobladores de Montevideo, pero ahora con un lenguaje un tanto más destemplado y perentorio: "A no cometer las ridículas extravagancias y groserías que han llevado a los extranjeros a calificar a los orientales de locos y salvajes". Lo que revela la magnitud de las salidas de madre de aquellos montevideanos.
Pero no eran sólo los diarios serios los que se erigían en catones: la Policía no quiso quedarse atrás y dio a publicidad un edicto de severidad más que reveladora, prohibiendo de modo terminante jugar con agua, arrojar huevos o darse golpes. Pero no se quedaba en la mera exhortación edificante, sino que establecía penas muy concretas y sañudas de prisión y fuertes multas a los infractores.
Quedaron así preparados los ánimos para recibir un Carnaval que sería, a no dudarlo, ejemplar, al revés del de años anteriores; divertido, sí, porque para eso es Carnaval, pero cuerdo y bien educado como corresponde a países que, aunque nuevos, ya poseen un grado de cultura que los pone por encima de... ¿Cómo? ¿Qué se lee en este mismo diario "El Universal", aludiendo al Carnaval recién concluido?

"El agua cayó a torrentes, se consumió el innumerable depósito de huevos que existían acopiados desde algunos meses antes, y la autoridad fue espectadora tranquila del menosprecio por sus propias medidas"...
Es inútil. Ya vamos viendo cuánta razón le asistía al Coronel Latorre cuando, cuarenta años después, comprobaba que, tanto en su tiempo como en el origen del país, "los uruguayos son ingobernables". Al menos cuando de divertirse se trata.

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